
"Erase una vez una mujer
que quiso empezar a tejer una tela de color verde,
verde como la mismísima esperanza
y bella como la vida misma,
así tejiendo recordaba su vida con esa magia del momento
viendo volar a su alrededor un bello pajarito,
que al poco se dió cuenta que era un lindo colibrí,
pensando en su propia vida,
dejó de tejer por un instante,
para saborear lo que es,
uno de los néctares de la vida
que la vida misma te puede ofrecer,
uno de ellos es el alma,
el alma es lo que dicen que queda después de morir,
sin embargo la mujer pensó,
que precisamente es la vida
la que le da paso al alma
para que el alma pueda volar como aquel bello colibrí
y poder llegar precisamente al alma
de aquel o aquella que se sienta
por una vez en su vida, en libertad,
se sienta, no quiere decir lo sea alguna vez,
pero que se sienta
como se sintió ese ser,
ese pajarito, ese colibrí...
Tejiendo la vida,
apareció la magia de ser un colibrí
y dió paso al néctar de la vida
que a la vez se quedó inerte
dejando volar el alma"...